BODEGA Y VIÑEDOS SPIELMANN
Sra. MARTA MORETTI
Arg. M.MARTA HERRERA
Arg. EMILIANO FRANCO
INDICE
AGRADECIMIENTOS…………………………………………………………………………………. 4
INTRODUCCIÓN ………………………………………………..…………………………………….. 5
PRIMERA PARTE
RECORRIDO HISTÓRICO………………………………………………………….………………. 8
LUJAN DE CUYO …………………………………………………………………………………. …11
ORIGEN DEL VINO . …………………………………………………………………………………13
LA LLEGADA DE LA VID………………………………………………………………………….. 15
VIÑEDOS Y BODEGAS………………………………………………………………………………17
TRABAJADORES DE LA TIERRA………………………………………………………………. 35
CENTENARIO…………………………………………………………………………………………..44
FIESTA NACIONAL DE LA VENDIMIA………………………………………………………..53
SEGUNDA PARTE
BODEGA Y VIÑEDOS PROPIEDAD DE RODOLFO SPIELMANN……………….. 60
CALLE COBOS: origen de su nombre…………………………………………………………63
VECINOS Y TRABAJADORES DE LA FINCA…………………………………………………66
BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………..……………………….84
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos a quienes colaboraron desinteresadamente aportando sus testimonios sobre la historia del lugar.
Victor Carrizo
Silvia Canatela y familia
Angélica- Santiago-Ricardo
Juan Araya
Hugo Ferreyra
Ing. Agr. Enzo Mugnani
INTRODUCCIÓN
“Se vive en el recuerdo y para el recuerdo y nuestra vida espiritual no es en el fondo sino el esfuerzo de nuestro pasado para hacerse porvenir”
Miguel de Unamuno
“El patrimonio histórico-cultural de un país, región o ciudad está constituido por todos aquellos elementos y manifestaciones tangibles o intangibles producidas por las sociedades, resultado de un proceso histórico donde la reproducción de las ideas y del material se constituyen en factores que identifican y diferencian a ese país o región. Un concepto moderno de patrimonio cultural incluye no solo los monumentos y manifestaciones del pasado (sitios y objetos arqueológicos, arquitectura colonial e histórica, documentos y obras de arte), sino también lo que se llama patrimonio vivo; las diversas manifestaciones de la cultura popular (indígena, regional, popular, urbana), las poblaciones o comunidades tradicionales, las lenguas indígenas, las artesanías y artes populares, la indumentaria, los conocimientos, valores, costumbres y tradiciones, características de un grupo o cultura. Este último constituye el patrimonio intelectual: es decir, las creaciones de la mente, como la literatura, las teorías científicas y filosóficas, la religión, los ritos y la música, así como los patrones de comportamiento y la cultura que se expresa en las técnicas, la historia oral, la música y la danza. En definitiva los elementos que constituyen el patrimonio histórico-cultural son testigos de la forma en que una sociedad o cultura se relacionan con su ambiente.””
Comentario de los autores
Para poder llegar a lo más íntimo de un bien y descubrir su valor histórico, deberemos investigar a través de la lectura de documentos, artículos en diarios de la época, fotos, memorias o historias orales. El solo hecho de que una propiedad, en este caso que una finca tenga una historia que va desde 1910 en adelante, nos demuestra que se puede encontrar y rescatar la memoria del lugar o mejor dicho sus raíces. Por esto es que esta investigación tiene su inicio en la ubicación geográfica de la propiedad que se encuentra en el Departamento de Luján de Cuyo, ubicado en e Mendoza, a solo 18 Km. de la Capital y en el distrito Perdriel.
————————————————————————————————————————–
* Dirección de Patrimonio de la Provincia de Mendoza.
PRIMERA PARTE
RECORRIDO HISTÓRICO
Período: Siglo XI al Siglo XVI
Los aborígenes que estuvieron en estas tierras en sus comienzos, fueron los huarpes o warpes, los cuales implementaron el sistema de riego que hizo posible que Mendoza pasara de un desierto a un oasis.
Algunos estudiosos suponen que huarpe* significa “arenal” o “Cuyo”. Otros señalan que en el idioma quechua la palabra “Cuyo” significa: “Vasallos de los monarcas del Perú”.
Eran pacíficos, controlaban 3 sistemas ecológicos (Cordillera, piedemonte, lagunas); se dedicaban: a la caza-recolección, domesticación de animales, agricultura bajo riego (maíz, porotos, zapallo, papas, hortalizas) y sobresalían en la producción de cerámica. Tenían una organización socio-política tribal, conocimientos técnicos de regadío, sus asentamientos eran dispersos a lo largo del río Mendoza en pequeñas aldeas. Las tierras se compraban a los caciques o se tramitaban por herencia. Territorialidad estaba dada por las acequias. Poseían un sistema de regadío ideado por ingenieros incas, que derivaban el curso del río Mendoza en tres canales.
————————————————————————————————————————–
*huarpes o warpes: arenal — cuyo; Cuyum puulli: tierra arenisca; Huentata: Huentota o Huentata significaría valle de los guanacos, en alusión a los camélidos de los Andes meridionales arenal; Quinoa: cereal o arroz; goazap mayu: río del cacique.
Período: Siglo XVI al Siglo XVII
Fundación de la ciudad de Mendoza y apropiación de las acequias huarpes a través de lasencomiendas y evangelización.
A la llegada de los españoles en 1552 y 1561 se encontraron con este ingenioso sistema derivador de riego, al que posteriormente llamaron “Dique de la Toma de los españoles”, fue la primera obra hidráulica construida en el Virreinato del Río de la Plata, a estos fines y en un río de montaña.
La infraestructura del riego lujanino, se ve representado en esta historia por la toma indígena llamada “del Inca”, se encontraba un poco más alta de la actual toma del río, dique Cipolletti. El sistema de riego era derivado de un canal que denominaban GOAZAP MAYU o POTU DEL INCA y que luego los españoles llamaron ACEQUIA PRINCIPAL o RÍO DE LA CIUDAD. La ciudad se ubicó en la margen derecha del canal.
La realidad hídrica de la región en tiempos huarpes se maneja en un campo hipotético porque aunque pueda parecer obvio decirlo, no existe información gráfica, ni documental que nos ilustre acerca de la infraestructura hídrica con que pudieron contar los naturales de la zona.
Por ello, debemos interpretar las trazas en el territorio y los testimonios de historia oral, oportunamente registrados.
LUJÁN DE CUYO
El departamento de Luján de Cuyo fue creado efectivamente como tal, durante la gestión Gubernamental de la provincia, del general Pedro Pascual Segura, por decreto del 11 de Mayo de 1855, pasando a ser departamento n% 7, procediéndose entonces a su delimitación. Su municipio fue creado en 1872. El día 10 de Octubre de 1949, por ley nº 1803, fue declarada ciudad la Villa de Luján y el 28 de Octubre de 1964, por ley nº 23065, tanto la ciudad cabecera como el departamento, pasaron a denominarse “Luján de Cuyo”.
A principios del siglo XVIII según cuenta la leyenda de los lujaninos, Mendoza progresaba en su comercio con otras provincias; vino, aguardiente y aceitunas eran llevados a Buenos Aires. Por aquellos años el transporte comercial se realizaba con carretas de madera, cubiertas con toldos de cuero y quinchas de totora o paja. Fue en estos tiempos cuando Don Pedro Molina y Vasconcelos, durante un viaje a Buenos Aires en las cercanías de la localidad de Luján, enfermó gravemente. El tropero prometió a la Virgen de Luján, traer una imagen de ella y levantar una capilla en su nombre si mejoraba. Al mejorar, cumple con su promesa construyendo la capilla en un costado de la plaza departamental donde actualmente se levanta el Palacio Municipal. En el terremoto de 1861 fue destruida. La iglesia actual se construyó entre 1909 y 1917.
Perdriel
Distrito que lleva el nombre de Gregorio Ignacio Perdriel, militar argentino, que inició su carrera con las invasiones inglesas y fue gobernador de las Provincias de Cuyo durante el período 1815 a 1816.
ORIGEN DEL VINO
Los primeros pueblos que comenzaron a desarrollar la vid fueron los habitantes de Siria, Irán, Israel e Irak. La vid silvestre crecía especialmente en los bosques, enroscada en los árboles.
De esos frutos surgieron los primeros vinos, que para los pueblos primitivos eran considerados “una bebida milagrosa que fermentaba sola”.
La vid llegó a Egipto en el 3000 a.C. Entre las cepas que se cultivaban es la que hoy conocemos como Syrah. De esta variedad se encontraron vestigios en Fenicia, Turquía, el Cáucaso, Grecia, centro y este de Francia y la Península Ibérica. Los griegos y los fenicios fueron los que más rápidamente difundieron la vitivinicultura alrededor del 2300 a. C. Los griegos fueron maestros de los romanos, quienes a su vez instruyeron a los ibéricos. En aquella época se utilizaban técnicas muy rudimentarias, además alteraban el sabor del vino agregándole agua de mar, resinas, hierbas, y a veces humo. El primer mosto que obtenían al pisar y aplastar las uvas servía para preparar el mustum, que se mezclaba con miel y se dejaba envejecer y luego se servía como aperitivo en las comidas de gala. El resto se fermentaba en grandes tinajas y después se filtraba en cestos cónicos de mimbre y se clarificaba con ceniza, arcilla, agua de mar, etc. Luego, se colocaba en ánforas de barro, con un tapón de yeso y se lo guardaba en el lugar más cálido de la casa hasta que adquiría la consistencia de un jarabe. La vitivinicultura europea fue influenciada por distintas culturas. En el siglo V ya se conocían distintas variedades de uvas. De la uva llamada “aminta” se obtenía el vino blanco, de la uva “apiana” el vino dulce, y de la “syriaca”, el tinto. Al vino tinto se lo llamaba “roseum”, al blanco, “amineum” y al obtenido con uvas pasas “passum”.
En España las comunidades religiosas y monasterios tuvieron un papel muy importante en la preparación de viñedos y en la elaboración de vinos, que utilizaban en la celebración de los ritos. A mediados del siglo XVI los conquistadores llevaron a Cuzco, Perú, las primeras plantas de vitis vinífera, (que son las que se utilizan para la vitivinicultura), y de allí pasaron a Chile y luego a la Argentina.
LA LLEGADA DE LA VID
En el año 1566 apareció en Mendoza el vino de un vinicultor, Pedro Guelenguele. Añosmás tarde, en las misiones jesuíticas del Noroeste Argentino y el Paraguay, se desarrollaría la mayor plantación de vides conocida en ese siglo en Sudamérica; casi 600 hectáreas. El padre Cidrón junto con Juan Jofré, segundo fundador de Mendoza, plantaron las primeras vides en la que es actualmente la provincia de mayor producción del país.
En el siglo XVIII las tierras se cotizaban según la cantidad de vides que tenían. El cultivo de vides en La Rioja, San Juan y Salta fue posterior al de Mendoza.
Podemos decir que a mediados del siglo XVI, la vitivinicultura se había instalado en la argentina de la mano de los conquistadores españoles. Gracias a las excelentes condiciones de clima y suelo se desarrolló muy rápido principalmente en la región andina y se producía únicamente para las necesidades de la colonia. Aunque la elaboración se realizaba de forma domestica, rudimentaria y en pocas cantidades se obtenían vinos de muy buena calidad. Con la corriente migratoria de principios de siglo XIX Argentina recibió el aporte de la técnica, la experiencia que traían los europeos y árabes además del ingreso de nuevas cepas, que encontraron en nuestro país un lugar ideal donde desarrollarse. Miguel A. Pouget introdujo los primeros cepajes franceses en Mendoza y San Juan. A medida que fue creciendo la inmigración fueron introduciendo más variedades de vides, desde España e ltalia. Así llego el Cabernet, el Semillón, etc., los cuales se encontraron con los mejores suelos y el mejor clima. Trabajando y perfeccionándose a lo largo de los años, la vitivinicultura actual se convirtió en la tercera industria alimentaria del país.
Como fueron los factores condicionantes del cultivo de la vid
“En Mendoza, la historia de la vid ofrece dos periodos perfectamente diferenciados.
Durante el primero, hasta el siglo pasado, nos encontramos con un cultivo rudimentario, de progreso lento, en consonancia con las trabas internas impuestas oportunamente por el gobierno español, y con escasa receptividad del consumo interno.
Con todo, debe considerárselo importante en relación con la época, y sirvió para aquilatar las posibilidades de la región. Durante el segundo, que se extiende desde el último cuarto de siglo XIX hasta nuestros días, una serie de circunstancias favorables dieron un empuje avasallador en su desenvolvimiento, y le confirieron las virtudes y defectos de una eta explotación de tipo capitalista…”*
————————————————————————————————————————–
* La vitivinicultura del Médoc y de Mendoza- Dr. Mariano Zamorano
VIÑEDOS Y BODEGAS DE MENDOZA
A mediados del siglo XIX la economía de la provincia de Mendoza se basaba en la producción ganadera que abastecía el mercado de Chile y una producción cerealera destinada al mercado local. Asociados a la producción primaria se desarrollaron el sector comercial y de servicios, que permitieron la expansión de la ciudad capital provincial (ciudad de Mendoza) hasta convertirla en una de las más importantes del país. Sin embargo, a finales de la década de 1860 la economía mendocina entró en crisis debido a una desaceleración en el comercio trasandino y la imposibilidad de competir con la región pampeana, la región productora de cereales y carnes de la Argentina por excelencia.
Estos dos hechos obligaron a la reestructuración de la economía provincial y a la búsqueda de un nuevo producto que diera sustento a sus bases productivas. La clase dirigente provincial —que tenía fuertes intereses en el sector agropecuario- comenzó a diseñar una nueva estrategia productiva con el fin de revertir la crisis provincial. Así la vitivinicultura —producción que había caído significativamente a lo largo de la primera mitad del siglo XIX- se convirtió en una alternativa a la crisis y, rápidamente, ésta transformó la estructura social de la provincia. La misma fue posibilitada por tres factores fundamentales para su desarrollo: en primer lugar, las políticas de promoción fiscales, especialmente la reducción de los impuestos y el fomento al crédito, en segundo lugar, el tendido del ferrocarril que acortó las distancias con el mercado de Buenos Aires y, en tercer lugar, el estimulo brindado por el gobierno provincial y nacional a la inmigración europea que provocó la incorporación de una importante cantidad de mano del obra al mercado de trabajo.
Las condiciones óptimas del suelo y el clima fueron propicios para el cultivo de la vid desde la época colonial. Durante los primeros trescientos años las características del cultivo y la vinificación permanecieron rudimentarios y su arquitectura de escasa significación. A mediados del siglo XIX se comenzaron a operar las primeras transformaciones, tanto en el espacio productivo como en los espacios dedicados a la elaboración del vino, hasta que en 1885 se produjo el despegue de la vitivinicultura con la aparición de la bodega moderna y tecnificada.
Viñedos y Vinos
¿Cómo eran los viñedos y las bodegas donde se elaboraba el vino en la época colonial y podríamos decir hasta mediados del siglo XIX?
Las vides se plantaban en tierras con nivelaciones incipientes siguiéndose el sistema de arbolito o de cabeza, sin alambres ni postes.
En los meses de abril y mayo cuando los frutos estaban sobre madurados, es decir, tenían graduaciones zucarinas muy altas, de las que se obtendrían vinos muy alcohólicos, se cosechaban con la ayuda de los indios huarpes, de algún esclavo negro o de mestizos, colocándolas en unos cestos de mimbre tejido que llevaban uno a cada lado mulas llamadas cestoneras. Estas uvas eran transportadas a un lagar muy original, de cuero de un animal entero del que había sido cortado de un modo tal, que la cola quedara en posición para servir de conducto de desagote poniéndosele un tapón de madera durante el pisado.
En bodegas improvisadas, debajo de la tierra se conservaban las tinajas repletas de vino, a la espera del mejor momento para ser bebido. El tiempo y el hombre mejoraron las técnicas de elaboración y conservación hasta llegar al desarrollo de la vitivinicultura moderna.
En el cuarto de siglo que va desde 1885 hasta 1910, se produjo en Mendoza el despegue de la industria vitivinícola moderna. La cantidad y magnitud de los cambios operados, la velocidad con que se desarrollaron y los efectos que se desencadenaron en este breve lapso, dan a este fenómeno su carácter revolucionario y que hemos llamado la “Revolución Vitivinícola”, un verdadero cambio de paradigmas iniciado en los planos político, social, económico y cultural. Dentro de este campo se desencadenaron otros tres procesos revolucionarios: la “Revolución Territorial”, la “Revolución del Paisaje” y la “Revolución Arquitectónica”.
Los primeros progresos en materia de vinicultura se produjeron cuando el agrónomo francés, Miguel Aimé Pouget, ilustre prócer exiliado en Chile por razones políticas, fue contratado por don Domingo Faustino Sarmiento (que era gobernador de Cuyo) para dirigir la llamada Quinta Normal de Agricultura de Mendoza. Fue este singular personaje quien plantó las primeras estacas de la cepa Malbec. Es decir que dio el “puntapié inicial” para la extensión de la variedad que hoy es orgullo de los argentinos, ya que en nuestro país encontró el hábitat ideal para su desarrollo.
El cambio habría de iniciarse ardua y paulatinamente recién hacia 1855 cuando según Eusebio Blanco, Michel A. Pouget, el agrónomo más científico y práctico que ha venido a Mendoza, introdujo los más prestigiosos cultivares vitícolas de Francia.
Sin embargo, Blanco, en su obra “Las viñas y los vinos de Mendoza”, publicada en 1884, refiere: sabido es que no hay una sola viña donde no haya muchas variedades de uva, estando mezcladas las buenas cepas con las inferiores. Lo mismo ha ocurrido con la cepa francesa, porque el introductor trajo cerca de cuarenta variedades que plantó confundidas entre sí, tomando de ese conjunto los sarmientos que anualmente vendía a los que solicitaban plantas de su introducción.
Esta circunstancia, para un esclarecido viticultor como fuera Salvador Civit, tuvo consecuencias lamentables. Refiriendo a Michel A. Pouget en1889, escribía: no era su especialidad la viña y descuidó la clasificación de sus variedades, confundiendo sus nombres o les dio el de sinónimos con que son conocidas y confundidas en Francia, más adelante categóricamente afirma: esta falta de clasificación de las uvas francesas ha retardado por un cuarto de siglo la vinicultura en Mendoza.
Nos revela igualmente Eusebio Blanco que el éxito del vino elaborado con Malbec hizo que varios viticultores extendieran su cultivo: Honorio Barraquero en Godoy Cruz y Balbino Arizu en Luján de Cuyo y, en villa Atuel, Iselín.
Origen y consecuencias de la ley nacional de vinos de 1904
El análisis de las dos primeras leyes de vinos, la primera de 1893 y la segunda de 1904, nos permite reconstruir el mercado de bebidas vínicas a fines del siglo XIX y principios del siguiente, las discusiones sobre el modelo vitivinícola más conveniente y los intereses divergentes relacionados con la actividad.
Ley de vinos de 1893
“Hasta el desarrollo de la vitivinicultura nacional, el vino consumido en la argentina procedía de los principales productores mundiales, ubicados en la cuenca del Mediterráneo. Luego, a medida que la industria se fue expandiendo, se fue consolidando el proceso de sustitución de importaciones.
Los vinos importados provenían de Francia, Italia y España. La bibliografía sobre el tema nos señala algunas diferencias respecto de cada uno de esos comercios. Por ejemplo, hasta la Primera Guerra Mundial, Francia era el mayor proveedor del producto (Balán, 1978). Respecto a los vinos españoles e italianos la mayoría satisfacía la misma demanda que los vinos nacionales, y como debían pagar altos impuestos aduaneros, normalmente era “estirado” (aumento del volumen) para bajar el precio. El vino italiano se cortaba (mezclaba) usualmente con el cuyano y sus introductores en la Argentina se dedicaron a comerciar este último articulando exitosamente ambos productos, y con el tiempo reemplazaron el vino por los textiles italianos baratos. La situación de los agentes españoles fue diferente puesto que los vinos comunes constituían un rubro muy significativo entre los bienes importados de ese origen. Éstos, no buscaron alguna forma de complementación como en el caso de los italianos. En efecto, los caldos españoles, de alto contenido alcohólico, eran estirados sin incluir el corte con los cuyanos, y consecuentemente eran los serios competidores de la industria nacional (Balán, 1978).
Un segundo grupo de agentes que rivalizaban con los productores de vino nacional, eran los fabricantes de bebidas vínicas y artificiales, que imitaban el sabor del vino natural.
Como tenían un costo de fabricación inferior al de éste último, el estado nacional protegió la vitivinicultura de esta competencia por medio de impuestos diferenciales: hasta 1898 el vino natural argentino no estuvo grabado, y cuando lo fue, entre ese año y 1904, pagó una tasa inferior a la de los importados y del resto de las bebidas vínicas nacional.
Un dato a tener en cuenta es que el vino mendocino (y argentino) era, en general, de escasa calidad. En esto operaba la falta de conocimientos técnicos tanto en lo referente a las labores culturales del viñedo, como a la ampelografía y la enología. No es que no se hubiera querido fabricar mejores productos. El grupo modernizante que impulsó la vitivinicultura industrial en Mendoza, integrado por Emilio Civit, Eusebio Blanco y Tiburcio Benegas ente otros, quería aplicar el modelo francés, considerado como el ejemplo a seguir para elaborar buenos vinos. No obstante, este proyecto no se pudo aplicar por la falta de estudios y experiencia sobre una actividad compleja, que necesitaba un proceso de investigación y aprendizaje lento (Rodríguez Vázquez, 2003, 2005), y por las características del mercado, que, en general, no tenía mayores exigencias de calidad y buscaba menores precios. Justamente esta situación explica le heterogeneidad de bebidas vínicas naturales o no, que circulaban en la Capital Federal, y en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba.
En ese contexto, en 1893 se sancionó la primera Ley de Vinos N* 3029. Su autor fue el director de la Sección de Química Nacional, Pedro Arata, quien se basó, según sus palabras, en una ordenanza municipal de la ciudad de Buenos Aires del año 1884 y en la legislación alemana(Arata, 1903). La Ley no hacía más que reconocer las bebidas vínicas que se fabricaban en esa época, es decir el vino natural y otros tipos de caldos no genuinos con la única condición de que se especificara en el envase las modificaciones realizadas a la bebida de origen, y no afectara la salud pública.
Los vinos no genuinos contemplados en la Ley se dividían en dos tipos. El primero, que reunía a las bebidas que se fabricaban con la materia prima de la uva o el vino, se dividía en dos subgrupos: uno que tenía por base el vino pero con la adición de sustancias determinadas (como alcohol, azúcar, carbonato calcáreo y yeso en ciertas proporciones), que le hacían perder el carácter primario, por lo cual la ley aceptaba aplicarles la denominación de vino pero con el requisito de que tuvieran letreros indicativos (vino enyesado, encabezado, azucarado, aguado); otro comprendía a las bebidas producidas por medio de la fermentación de orujos (vino petiot) y de pasas de uva (vino de pasas).
Este último era especialmente importante para los sanjuaninos, quienes eran los principales productores de pasas. El segundo tipo era el de las bebidas artificiales que imitaban el sabor del vino.
Como en el momento de promulgarse la ley, el vino no estaba gravado, no se contemplaba la inspección de las bodegas. El decreto reglamentario salvó esta situación al establecer la vigilancias de las fábricas en general (es decir incluyendo las bodegas, las cuales, en su gran mayoría, tenían destilerías de alcohol en su interior) (Arata, 1903).”
La crisis de principios de siglo XX y la nueva ley de vinos.
“Las imprecisiones de la ley de 1893 y las deficiencias en el control sobre la producción y circulación de bebidas alcohólicas propiciaron la realización de la adulteración del vino.
Ahora bien, es difícil medir la incidencia de esta práctica sobre el volumen total del vino en circulación. Sabemos que una forma de fraude era que le realizaban los pequeños elaboradores, quienes frecuentemente, debido al escaso conocimiento enológico, agregaban ciertas sustancias al vino enfermo para quitarle su mal sabor, o mezclaban el sobrante de caldos de la temporada anterior con la nueva producción. Otra situación era la de aquellos que aplicaban técnicas para estirar el vino o, directamente, hacían pasar por éste a bebidas no genuinas. Lo cierto es que las quejas por el fraude, la mala calidad del vino y la imposibilidad de producir tipos fijos eran frecuentes entre los consumidores, aunque se agravaban en las etapas de crisis debido a que, además, se buscaba compensar la pérdida de ganancias con el envío al mercado de un mayor volumen de vino, lo que retroalimentaba la tendencia bajista de los precios. Este mecanismo explica el debate que en torno a estos temas se desatara durante la crisis vitivinícola ocurrida en Mendoza, entre 1901 y fines de 1903 (Barrio Villanueva, 2006)
Los bodegueros mendocinos denunciaron que los principales responsables de la falsificación vínica eran los comerciantes mayoristas y minoristas de las grandes ciudades argentinas; por ello plantearon la necesidad de promover el tratamiento de otra ley de vinos que salvara los defectos y vacios de la vigente, y que por su rigurosidad evitara las rutinas ilegales.
La ley fue finalmente sancionada el 12 de septiembre de 1904 (Anales de la Legislación Argentina, 1889-1919) y, según el periodismo, constituyó una “transacción en las Cámara entre los partidarios de una ley proyectada por Barraquero y otra que el Dr. Arata presentó al entregar el resultado de su investigación” (El Comercio, 1905).
En la Ley pueden distinguirse cuatro grandes temas: la defensa del vino natural frente a otras bebidas; las normas enológicas permitidas, el control de la elaboración y los castigos a los infractores de la ley” *.
Vinos finos y embotellados hacia 1910
“Hace poco más de 25 años, un industrial, el señor Lamastre, en las inmediaciones de Mendoza (Panqueua) comenzó a fabricar los primeros vinos finos. Se trataba de tipos
* Barrio de Villanueva, Patricia. Origen y consecuencia de la ley nacional de vino de 1904.
licorosos, imitaciones muy bien hechas de jerez y oporto, que se vendieron a precios altamente remuneradores.
Años después le imitó el señor Rodolfo Zapata, mendocino también, pero los resultados generales se redujeron al fracaso desde el punto de vista comercial, a pesar de que las pocas cantidades que se consumían se vendían a Buenos Aires.
El gran factor para producirlos era el capital. Después de Zapata vino el señor Tiburcio Benegas, quien introdujo los primeros vitiños de Burdeos y Borgoña, así como cepas seleccionadas para producir vinos Pinot, Cabernet, Sauvignon, Semillón, que son los tipos franceses de mayor aceptación.
El 95% de la producción vinícola en el país la dan los vinos comunes, el 5% restantes, los vinos finos.
La producción de vinos comunes fue en 1909 de 360.714.722 litros, y la de vinos finos embotellados de 18.984.986 litros.” *
————————————————————————————————————————–
* Lavitivinicultura Argentina de 1910
Bodega Modelo (1900-1904)
En el marco de un progreso y liberalismo creciente, la llegada del ferrocarril, en 1885, y junto a él, la gran inmigración, la sistematización de la red de riego, la incorporación de nuevas tierras de cultivo y la difusión de nuevos cepajes y técnicas de plantación, trajeron aparejados cambios en el territorio, en el paisaje y la Fig. 5 Llegada del ferrocarril a la Bodega arquitectura.
En lo territorial, las bodegas establecieron nuevas estructuras de relación; fuerongeneradoras de poblamientos, actuaron como imanes para el establecimiento de viviendas, comercios e industrias, contribuyendo al crecimiento de los centros urbanos existentes y el surgimiento de otros nuevos.
La ciudad se modernizó con la incorporación de adelantos técnicos como luz eléctrica, agua potable y red cloacal, el tranvía eléctrico y el teléfono. En la edificación la ciudad de barro, fue paulatinamente reemplazada por “construcciones contra temblores” de ladrillos vigados con perfiles de acero y de hormigón armado.
En el campo, una nueva organización, basada en la geometrización, dada por la red de riego, los caminos y las hileras de las viñas, dominó el paisaje.
Paralelamente, las bodegas introdujeron una escala monumental y, junto a las casas patronales, fueron pioneras en el desarrollo de una nueva edilicia rural y urbana.
La Arquitectura del vino, a la luz del progreso y de los avances de la ciencia enológica, sufrió profundos cambios que pasaron por una nueva disposición funcional del espacio, la sistematización altamente racional de sus componentes, la utilización de mayor equipamiento técnico y maquinaria, la incorporación de redes de infraestructura, el uso de nuevos materiales: hierro, vidrio, cemento y tecnología de construcción, y el uso renovado y masivo del ladrillo. Nació la bodega “moderna y tecnificada”, capaz de vinificar grandes volúmenes de uva en muy poco tiempo, como respuesta a los requerimientos de la joven industria.
La expresión clásica de la fachada de esta bodega con ladrillo a la vista, fue la más difundida en nuestra provincia, probablemente por su sencillez constructiva. El tipo está relacionado con los templos renacentistas del norte de Italia, con frontón triangular y muro plano donde se abren el portón y el óculo central. (Fig.6)
El casco de la bodega comprendía edificios de carácter industrial y doméstico. Los primeros consistían en una serie de naves paralelas destinadas a fermentación y conservación, el galpón de tonelería, el depósito, la sala de máquinas y la chimenea, el corral y la administración o escritorio, dispuestos en torno a un patio. En cuanto a las casas, las hubo de distintas jerarquías: la casa patronal, la del enólogo y o administrador, las viviendas de los obreros y las de los contratistas. Las casas patronales integraban el conjunto en la mayoría de los casos y tuvieron, por lo general, características arquitectónicas relevantes. Las casas de administradores o enólogos, y las de obreros estuvieron, por lo general, dentro del predio de la bodega o en terrenos aledaños, mientras que las de los contratistas, obviamente, se ubicaron junto a los viñedos.
En Mendoza, a partir de la conformación del modelo industrial correspondió a una bodega de “elaboración, conservación y expendio” es decir aquella que se ocupaba de la elaboración, crianza, añejamiento y fraccionamiento de los vinos. Este tipo, utilizó una distribución en horizontal, debido al relieve predominantemente plano del Oasis y derivó del modo en que se organizaban los trabajos. Ofrecía una serie de ventajas como las de disponer de mayor espacio para la construcción de cuerpos semi y subterráneos; dar mayores posibilidades de ampliación; permitir la renovación más fluida del aire en los ambientes y proporcionar condiciones más fáciles de trabajo.
La bodega hacia 1910
1º el lugar destinado a la molienda o trituración de la uva, proceso que se efectuaba mediante moledoras, primero a mano y luego a fuerza motriz.
2º departamento de fermentación: equipado con recipientes abiertos o cerrados de madera, piletas de mampostería, de cemento armado y cubas de sedero cemento. En los casos estudiados este departamento se presenta en forma de naves yuxtapuestas superficiales (Escorihuela, El Progreso, Arizu, Giol) o semienterradas (cuerpo del Oeste)
3º departamento de conservación: cavas o naves superficiales equipadas con cubas, toneles de roble, recipientes de sedero ladrillo, cisternas de mampostería o de cemento armado.
4º departamento de envase para la expedición: en este sector se procedía al filtrado de los vinos, por lo tanto estaba equipado con filtros además tenía una planchada, plataforma sobre elevada a lo largo de la nave, por donde se cargaban los carros primero y los vagones de ferrocarril después.
Por lo general estos departamentos estaban concentrados en un solo edificio. Anexo a éste se hallaban otros edificios menores, que albergaban la sección tonelería y lavaje y vaporización de cascos, la sala de máquinas, la chimenea y los corrales de caballos que tiraban los carros.
TRABAJADORES DE LA TIERRA
Inmigrantes
Entre los europeos poseedores de una profesión universitaria arribados a Mendoza, hemos seleccionado dos casos, que representan el éxito y el fracaso en los negocios vitivinícolas.
El ferrocarril trajo a estas tierras numerosos técnicos necesarios para las obras, el mantenimiento y la prestación de los servicios. Uno de ellos fue el ingeniero inglés Edmundo James Palmer Norton. En Mendoza contrajo matrimonio con una señora de familia tradicional, Juana Suárez. Hacia 1895, Norton inició la actividad vitivinícola con viñedos y bodega en el departamento de Luján. En 1903 se asoció con su connacional Malcolm Grant Dalton, cuya sociedad se denominaba “Grant Dalton Norton y Compañía”; pero la firma duró poco tiempo y en octubre de 1905 fue disuelta, quedando únicamente como empresa familiar. El Ing. Norton mantuvo su negocio vitivinícola y la firma continuó en manos de sus sucesores durante varios años.
Otro ingeniero, el francés Enrique Richard, llegó a Mendoza a fines de la década de 1880 contratado por la Compañía Mendocina de Petróleo como director técnico de los yacimientos petrolíferos de Cerro Cacheuta (Luján). Casi de inmediato y, probablemente empujado por algún capital disponible, sus altos salarios y la atracción que ejercía el boom de la vitivinicultura moderna, Richard compró dos fincas en 1891 con créditos hipotecarios. Sin dudas, los efectos de la crisis de 1890, con la baja de precios de la uva, y una escasa aptitud para los negocios, condujeron a la rápida venta de ambas propiedades en condiciones desfavorables para Richard quien, en adelante, sólo proseguiría desempeñando funciones técnico- Fig. 8 Inmigrantes profesionales, directa o indirectamente vinculadas con la vitivinicultura, hasta su muerte, ocurrida en Mendoza en 1922.
Pedro Benegas tomó cursos en Francia y quiso venir a Mendoza, en 1908, para enseñar técnicas enológicas. Al enorme prestigio que adquirió El Trapiche, debió contribuir sin duda la labor de Pressac, continuada luego por los hijos de Benegas, en especial Pedro, otro destacado innovador, estrechamente vinculado con Francia. La innovación que significó incorporar directores técnicos resalta más porque, de acuerdo con nuestra base de datos, sólo a fines de la primera década del siglo XX, esta figura comienza a difundirse, sobre todo con extranjeros y algunos argentinos capacitados en la Escuela Nacional de Vitivinicultura. Por ejemplo, en 1908, Modestino Jossa (español) dirigía la bodega Arizu Hnos. (españoles) y José L. Quiroga (argentino), hacía lo propio con la del alemán Carlos Kalless. En 1910, Gracco Spartaco Parodi (italiano) estaba al frente de la bodega de Domingo Tomba. El francés José Lavenir era enólogo de “La Estrella”, de Isaac Chavarría; y producía vinos propios en otra bodega que arrendaba. En otros casos, los propietarios eran profesionales agrónomos o enólogos y dirigían sus empresas, como el Ing. Aarón Pavlovsky, ruso, propietario de viñedos y bodega (“La Purísima”) e introductor, a mediados de la década de 1880, como director de la Escuela Nacional de Agricultura (luego de Vitivinicultura), de las primeras experiencias de cultivo científico de la vid en la enseñanza técnica.
La corriente inmigratoria contribuyó sustancialmente a la modificación de la economía, la sociedad y el territorio, hasta convertirla en la gran región vitivinícola.
Una inmigración temprana, desde los años 50 y 60 del siglo XIX, se caracterizó por su selectividad. Los bajos ingresos, transportes caros y lentos, enormes distancias a recorrer desde el oriente nacional y la inseguridad reinante en los caminos, eran fuertes barreras para los movimientos masivos de población. Arribaron, entonces, comerciantes, técnicos y artesanos europeos, generalmente ingresados desde Chile, que fueron innovando y dinamizando la economía regional; pero también lo hicieron ciudadanos argentinos de provincias vecinas.
El acceso a la propiedad de la tierra no fue un obstáculo significativo para muchos de ellos, sobre todo en las dos décadas finales del siglo XIX. De sus trayectorias surgen rasgos comunes y comportamientos opuestos, aun entre miembros de una misma familia. Los unía el común objetivo de hacer fortuna; pero se diferenciaron entre quienes adoptaron a la Argentina como su nueva patria y aquellos que, habiendo “hecho la América”, retornaron a su tierra natal.
Comerciantes e industriales
Una amplia franja de los empresarios vitivinícolas de origen europeo se inició en actividades mercantiles y luego hicieron inversiones en la agroindustria; otros, en cambio, comenzaron directamente con la producción. Algunos constituyeron casos emblemáticos por la influencia de diferentes órdenes, que ejercieron en la sociedad receptora.
El italiano Lorenzo Vicchi llegó a Mendoza en 1885, muy probablemente con un mínimo capital y se dedicó al comercio asociado con sus connacionales Lázaro, Luis y Antonio Moretti y Andrés Bardotti. La sociedad operaba en la “compra de propiedades, almacén, especulación con vinos y zapatería”, sin duda un amplio espectro de actividades. Esta primera sociedad, disuelta en agosto de 1887, fue fruto de una cadena étnica y sirvió a Vicchi para introducirse en el mundo de los negocios que hacía eclosión en Mendoza a partir de la habilitación del servicio ferroviario. Vicchi prosiguió con sus actividades y pronto incorporó a sus hermanos, José, Emilio, Antonio y Pedro. En 1894, cuando su bodega en la ciudad de Mendoza y otros negocios funcionaban a pleno, formalizó una sociedad con sus hermanos y otros dos italianos, Mascimo Bardotti y Pascual Gancia, que operaría “en los ramos de agricultura, vinicultura….”, etc. La firma “Vicchi hermanos y Cía.” desarrolló, efectivamente, una amplia diversidad de negocios vinculados con la vitivinicultura (viñedos, bodegas, destilería) y con el transporte. En esa sociedad, los Vicchi y Bardotti eran socios capitalistas y Gancia el “socio industrial”. Esta última figura, muy difundida en la época, correspondía al hombre que se incorporaba a una empresa con sólo su trabajo. En el caso de los inmigrantes era, con seguridad, un vehículo por medio del cual los compatriotas le daban un lugar significativo a los recién llegados que vinieran recomendados o fueran conocidos y de absoluta confianza.
Independientemente de las actividades económicas, un hijo de Lorenzo, Adolfo Vicchi, argentino de primera generación, ocupó, entre varios cargos de una larga vida pública, el de gobernador de la provincia de Mendoza a comienzos de la década de 1940.
Los contratistas de plantació
Fueron actores que tuvieron decisiva actuación en la transformación económica y geográfica de Mendoza. Estos trabajadores, que tenían claros rasgos empresariales en tanto asumían riesgos (heladas, granizo, langostas…), pactaban con el propietario de la tierra hacerse cargo de implantar viñedos en determinadas superficies, mediante la reconversión productiva de la explotación, la incorporación de terrenos incultos o ambas cosas. Las condiciones contractuales eran muy variadas (duración, tecnologías a introducir, infraestructura y edificios a construir, pago de impuestos, provisión de implementos, etc.), aunque generalmente el contratista percibía, al término del período fijado, una suma de dinero por cada cepa implantada y se apropiaba del fruto de una a diez cosechas. Esto último tuvo influencia en la dirección que tomó el modelo vitivinícola, orientado a la gran producción con ausencia de calidad, aspecto muy negativo para la moderna agroindustria, en el que estos contratistas tuvieron una responsabilidad, al menos parcial, por lo que recibieron fuertes críticas de expertos de la época estudiada.
Otra característica destacable es que los contratistas se auto empleaban e incorporaban al mercado laboral a sus familias, incluyendo los niños. El trabajo “a destajo” los convertía en “empresarios” para la ley. Los inmigrantes europeos en general, y los contratistas en particular, preferían esa forma de trabajo en lugar del salario porque, además de mejorar sus ingresos, rechazaban los instrumentos de coacción extraeconómica existentes. Ellos contribuyeron, con su resistencia, a erradicarlos antes de que concluyera el siglo XIX. Felipe Rutini, italiano de Ascoli-Piceno, arribó a Mendoza en 1887, con algo de capital y conocimientos técnicos como egresado de la Reale Scuola Practica di Agricoltora “Antonio Orsini”. Fue contratista de plantación de Rufino Ortega -político y militar mendocino- y en 1889 fundó la Bodega y Viñedos La Rural, actualmente uno de los más prestigiosos establecimientos vitivinícolas de Mendoza. Aunque ya era empresario, Rutini (y otro connacional, Agustín Ciarpella) continuaba en 1889 firmando contratos de plantación, lo cual ratifica que eran una buena fuente de acumulación.
¿Qué era un mensual?
“En la Mendoza viñatera de los años 40 sin tractores ni recursos mecánicos, la producción de las fincas recaían exclusivamente sobre el trabajo humano. La práctica excluyente era dividir los viñedos en contratos, fracciones de entre 10 y 20 ha. cada una, a cargo del contratista. Hay que decir que un hombre fuerte y trabajador, con la ayuda de su mujer y de sus hijos, grandes y pequeño (trabajaban todos) a penas si podía asegurar el cultivo correcto de 5 ha. (la vid tiene momentos de labor muy intensiva: arar, abrir surcos, podar, atadura, despampanar, regar, desyuyar de modo permanente, desinfecciones), hubiera correspondido en consecuencia una casa cada 5 ha. , pero esto eras poco económico para los patrones, ya que suponía fuerte inversión en construcción, mantenimiento, servicios.
Como una decisión natural, pues, los propietarios levantaban casas bastante grandes, de adobes, donde se albergaban 2 o 3 familias, cuando no 4. Seis o siete habitaciones, cocina espaciosa, un comedor común, la galería amplia y el patio.
Lo que hoy tenemos en tanto aprecio, el wáter, era casi siempre una estrecha construcción bastante alejada, directamente sobre el pozo séptico, a lo que se le daba el pudoroso nombre de escusado.
En estos caserones se apiñaban entonces, varias familias. Casi siempre parientes, bajo la tutela de un abuelo y una abuela patriarcales, cuyos hijos, al casarse, se quedaban en la casa y el empleo compartido, como un emprendimiento familiar de rostro ambiguo.
En una casa de Mayor Drumond, en el borde con Vistalba, vivían 14 familias en 14 habitaciones. El chusco humor popular la bautizó y llamó por mucho tiempo, Las 14 provincias.
Como sea, este modelo de los contratos superpoblados perduró mucho tiempo. En los contratos chicos y los más grandes se impuso la figura del mensual. Un mensual era un asalariado, que venía a convivir con la familia contratista, con arreglo laboral por un año al menos. En las normas no escritas pero estrictas, se le daba comida, habitación, aseo de la ropa, contención familiar. También un sueldo bien estrecho, más para sus vicios que para su prosperidad.
El mensual era el último eslabón en una cadena productiva muy piramidal, alguien que serraba un hueco de sudor y esfuerzo, pero que podía ser cambiado en cualquier momento, como una pieza que no ajusta bien.
Por eso los mensuales eran con frecuencia muchachones, gente joven que se largaban de sus familias naturales, a veces cuando esta se desintegraban, y buscaban un tiempo de sobrevivencia y aprendizaje, junto a contratistas veteranos con familias sólidas. Allí, sin perder cierta independencia, ponían su colaboración de esfuerzo y esperaban las chances de la vida para saltar a otras etapas.
También, por la misma lógica, eran mensuales la gente mayor que se quedaban solas, escapando del desamparo y el abandono, vendiendo su trabajo por ese último refugio antes de la mendicidad. Muchos de estos viejos en retirada, solitarios, eran melancólicos, y casi siempre alcohólicos. Dieron a la profesión del mensual un mal prestigio, que empujaban a evitarlos e ignorarlos”*.
* Historia de Lujan por Lujaninos, memorias y testimonios.
CENTENARIO
¿Cómo era la Industria Vitivinícola de Mendoza en 1910? Artículo de la revista Caras y Caretas
“Al cumplirse el primer centenario de nuestra independencia, la industria vitivinícola argentina se encuentra en un estado de extraordinario progreso. Por su producción, sus capitales y su incesante florecimiento, ella figura entre las más importantes actividades del país”… “Su riqueza presente, ya de por sí muy valiosa, hace prever que tiene por delante un porvenir envidiable. Le ha tocado en suerte la supremacía productiva a la provincia de Mendoza, centro principal de la vitivinicultura nacional, que cuenta con establecimientos de primer orden u con una extensión de treinta mil hectáreas de viñedos”… “La vitivinicultura comenzó a desarrollase en Mendoza hacia el año 1870. El desenvolvimiento inicial fue lento y tuvo las oscilaciones inherentes a todo principio industrial. Sin embargo, año por año, la extensión de los viñedos aumentó, la ciencia vinícola se fue extendiendo, estableciéndose bodegas de acuerdo con planes prácticos y modernos y el progreso no se detuvo. Grandes capitales fueron destinados para la explotación de esa industria. Los gobiernos se preocuparon de facilitar los medios necesarios para el aumento de la producción, de suerte que hoy, Mendoza es un centro industrial cuya importancia queda evidenciada con los datos estadísticos que publicamos enseguida. Revela eficazmente el rápido ascenso de la producción el dato sugestivo siguiente: en el año 1885, sólo existían alrededor de 2.000 hectáreas de viñedos, suma que actualmente se eleva a 30.215 en los dieciséis departamentos de la provincia a saber: Maipú, 8.459 hectáreas; Guaymallén 4.605; Luján de Cuyo, 4.225; San Martín, 2.415; San Rafael, 2.260; Rivadavia, 2.067; Belgrano, 1.600; Junín, 1.580; Las Heras, 1.324; Ciudad, 550; San Rosa, 349; San Carlos, 223; Tunuyán, 198; Lavalle, 165; La Paz, 151 y Tupungato, 34, que suman en conjunto 30.215 hectáreas, justipreciadas en 105.752.500 pesos moneda nacional. El señor Ricardo Palencia, presidente de la Bolsa Vitivinícola de Mendoza, en la interesante monografía publicada en el tomo III del Censo Agropecuario Nacional, abunda en datos científicos y estadísticos, que ponen de relieve sobradamente el magnífico florecimiento de la industria vitivinícola argentina y el maravilloso porvenir que le está destinado, particularmente a la establecida en Mendoza— dice el señor Palencia — con clima seco y templado, si bien inconstante a veces, no obstante sus heladas tardías y algún granizo, ofrece, al igual que San Juan, condiciones óptimas para la vitivinicultura. A su temperatura media que oscila entre los 18 y 19 grados, suficiente para el debido desarrollo de la vid y la madurez de la uva, debe agregarse la sequedad del clima, que da una media anual de 179.6 milímetros de lluvias. Su suelo areno-arcilloso, por otra parte, es rico en potasa, cal y ácido fosfórico, en los departamentos del oeste y algunos del sur, y arenoso, rico en materias orgánicas, sales y humus, e igualmente feraz, aunque algo húmedo, en los del norte y este.
>>>> TEXTO Q FALTABA. DESDE ACA:
Con mayor caudal de agua que San Juan, que le proporcionan sus cuatro importantes ríos: Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel — sin contar sus numerosas vertientes — reparte ésta, por 141 canales principales y los 169 secundarios, con una extensión total de 1908 kilómetros, que benefician una superficie cultivada de 300.000 hectáreas, de propiedad de 10.601 vecinos.
La irrigación constituye en esta zona la base esencial de la agricultura, debido a a excesiva sequedad del clima y a la escasez de las lluvias que harían imposible aquella. Si tanto esta provincia como la de San Juan adoptaran el sistema de diques de represa para los sobrantes de sus ríos en las creces del verano, las zonas de sus cultivos respectivos podrán extenderse aún a muchos miles de hectáreas. Con respecto a los tipos de vino que produce la industria vinícola de la provincia, publicamos aquí los informes del enólogo, señor Palencia: Mendoza, elabora una crecida variedad de tipos de vinos, aunque su mayor producción puede englobarse en los siguientes tipos bien definidos: el criollo, producto de la uva de vides de origen español, degeneradas, tiene un color dudoso, que oscila ente el paja y el rojizo; es casi siempre abocado y bastante alcohólico.
El tipo denominado francés, comprende el producto de sus uvas negras de las variedades de las vides de procedencia francesa, predominando el de la uva Malbec, de cualidades recomendables por su firmeza, color vivo, franco paladar y de bastante buena guarde. Sobresale también, el de tipo Cabernet, vino de exquisito color, sabor y bouquet, y de condiciones excepcionales para el añejamiento y expendio en botella. Entre los vinos blancos, se distinguen el Semillón y el Sauvignon, que han adquirido ya justo renombre y son tipos que por sus buenas cualidades pueden competir en el consumo europeo. El tipo italiano Barbera, que también se elabora, tiene muy buena acogida en el comercio, lo cual alienta su producción. Es, además recomendable y digno de despertar el espíritu de emulación noble, la elaboración de vinos tipo Champagne, que,
con el elemento de la uva Pinots, fabrican hoy en la provincia dos establecimientos de importancia, cuyos productos van adquiriendo renombre, tanto por sus cualidades intrínsecas, cuanto por sus condiciones perfectas de presentación al mercado. Terminamos estos datos estadísticos señalando el precio subido que pagan los vinos de la región andina por el flete de traslado a Buenos Aires.
Son precios que evitan todo género de comentarios: una tonelada de vino paga, desde cualquier puerto de Francia, España o Italia a Buenos Aires, 12 pesos moneda nacional. Y desde San Juan o Mendoza al mismo punto, 36, es decir que calculando la tonelada en cinco bordelesas de doscientos litros, cada una de ellas, desde Europa al puerto Madero, abona 2,40 pesos moneda nacional del flete, mientras que desde cualquier estación de las provincias de Mendoza y San Juan debe pagar 7.20 pesos. Esta tarifa a todas luces, poco equitativa, perjudica sensiblemente a la industria vinícola Argentina”*.
En 1910, el Centenario se festejó desde el 1 de enero
Argentina se mostraba opulenta ante el mundo.
Por eso, en Mendoza -y también en el resto del país – los festejos por el 25 de Mayo de 1910 comenzaron el primer día de ese año.
<<<< HASTA ACA!!!
Hace cien años, el 25 de Mayo de 1810, el Centenario tuvo un significado de realce, ya que se había determinado a esa fecha como el nacimiento de la Patria. Fue así que los argentinos, y en especial los mendocinos, se hicieron eco de aquellos actos con verdadero sentimiento patriótico y salieron a festejarlo desde los primeros días de enero de 1910 con bombos y platillos.
El significado del Centenario
A finales de diciembre de 1909, todo Mendoza estaba ilusionada por la llegada de ese año. En la provincia y especialmente en ciudad, se podía respirar un aire de júbilo. 1910 significaba, para las personas que participaban activamente en la comisión del Centenario, la culminación de varios años de trabajo, de esfuerzo y de organización para que ese evento tuviera el brillo y la jerarquía que representaba.
En aquel tiempo, la Argentina se encontraba en la mirada de todo el mundo, ante la celebración de su Centenario: no olvidemos que en aquella época éramos uno de los países más ricos del mundo…
Un año para recordar
En 1910, el país atravesaba una etapa de auge económico. Durante este período, la Argentina vio consolidado el modelo económico agroexportador, el cual regía desde las últimas décadas del siglo XIX. La expansión del país se basó en un crecimiento hacia afuera, que dependió de la exportación de granos y carnes.
En Mendoza, esta opulencia económica se vio reflejada a través de sus exportaciones de vinos al exterior y otros productos del agro. También se produjo, en ese año, un importante flujo inmigratorio, especialmente de italianos y españoles que llegaron a la provincia a través del ferrocarril con el objetivo de trabajar y prosperar.
El gobierno provincial invirtió en obras públicas, en educación y en salud. En ese mismo año, se estaban construyendo importantes edificios. La ciudad tenía un toque verdaderamente progresista. A las nuevas edificaciones se añadían, en las zonas aledañas, hermosos palacios que se ubicaban en lo que es hoy la avenida Emilio Civit. Bodegas de grandes dimensiones se establecieron en varios departamentos como Godoy Cruz, Maipú, Luján y Guaymallén.
Los automóviles comenzaban tímidamente a transitar en aquellas calles adoquinadas y faltaba muy poco para que el tranvía se electrificara.
El cine también tenía fuerte presencia en Mendoza, con tres salas: Sportman, Colón y Edén. Con el Centenario también estaban en marcha diferentes Exposiciones que se realizarían en nuestro país, a escala internacional. Y hasta una marca de cigarrillo se hizo eco de aquel gran acontecimiento, Los Centenario.
Un corso celeste y blanco
Desde muchos años atrás, el 1 de enero era para los mendocinos una verdadera fiesta colectiva. Ese día se organizaba el llamado corso de flores, en honor al nuevo año que entraba. Al finalizar esa primera tarde de 1910, familias enteras concurrieron a la avenida San Martin para celebrar este suceso tan particular. A las 21, la muchedumbre se acercó a las calles en donde marcharían los carruajes, ataviados todos con banderas celestes y blancas. La banda de música de la Policía de Mendoza se adhirió al acto, ejecutando diferentes temas musicales con sentido patriótico. Al transcurrir las horas, miles de personas formaban filas en las veredas de las calles Sarmiento, San Martín, hasta Las Heras, y desde allí hacia 9 de Julio en donde finalizaba el desfile. Por su parte, el gobernador y muchos miembros de su gabinete, se encontraban vestidos de etiqueta en el palco; eran acompañados por el grupo más selecto de la sociedad de Mendoza.
Desde el interior de los carros, jovencitas lanzaban flores a los espectadores. A medianoche, aquel corso finalizó con éxito. Fue el preludio de la gran fiesta que se preparaba para el mes de Mayo.
FIESTA NACIONAL DE LA VENDIMIA
La palabra vendimia proviene del latín vindemia, que significa recolección, cosecha de la uva y tiempo en que se efectúa dicha actividad, como segunda acepción.
En 1913, por primera vez se celebró en Mendoza una fiesta popular, al tiempo que se realizaba el Segundo Congreso Nacional de la Industria y el Comercio. Se llamó Fiesta de la
Vendimia, pero no tuvo continuidad sino hasta abril de 1936. En ese año se reanudó el ritual que llegó hasta la actualidad. El acto de la Fiesta de la Vendimia, que con el tiempo incorporó la palabra Nacional dado que Mendoza produce más de 75% de los vinos argentinos, se realiza en el teatro griego Frank Romero Day, al oeste del Parque General San Martín y a pocos kilómetros de la capital provincial. El espectáculo de música y danzas reúne unas 40.000 personas cada año. Mendocinos y turistas se entremezclan para presenciar una celebración que ya es una marca registrada para Mendoza.
Orígenes de la Fiesta
La Fiesta de la Vendimia es quizás el primer eslabón que entrelaza el vino y el turismo.
Nació grande, pero siguió creciendo hasta alcanzar las dimensiones actuales.
La Vendimia es imagen de la esencia del trabajo mendocino y ha ido recibiendo con el tiempo el sentir del hombre por su tierra y la emoción de obtener sus frutos. Es el símbolo del trabajo culminado del agricultor, que recibe en frutos el premio de su esfuerzo, el cual tendrá nueva vida en el cuerpo y el espíritu de un buen vino. En el año 1913 se trazó un primer intento de fiesta vendimial, como se menciona anteriormente, el día 11 de abril, cuando un congreso de la industria y el comercio realizado por entonces finalizó con el desfile de vendimiadores y carrozas alegóricas. Un tren especial ornado de vides, fue el portador de 800 invitados que recorrieron las zonas de viñedos y bodegas.
Así, merced a la iniciativa de un precursor de origen español, don José Trianez Díaz, se realiza por primera vez una Fiesta de la Vendimia fuera del ámbito íntimo de las hileras puesto que desde el siglo anterior los trabajadores celebraban el final de la cosecha tocando la guitarra, cantando y bailando cuecas y los gatos cuyanos, para posteriormente elegir una niña entre las cosechadoras que coronaban con racimos de uva. El deseo del pueblo y la acción de funcionarios visionarios como Don Guillermo Cano y Frank Romero Day, permitieron que en 19365 un decreto provincial institucionalizara la primera Fiesta Vendimial. El estadio de Gimnasia y Esgrima en la noche fundacional albergó a 25.000 personas. Allí se consagró la primer Reina de la Vendimia, Delia Larrive Escudero, (Fig. 13) representante de Godoy Cruz.
Al año siguiente, se llama a concurso para crear la tradicional marcha de la Vendimia, recibió en ese entonces el primer premio Ernesto Fluixá y se inició el diseño de carros alegóricos que desfilan por las calles del parque. En el año 38, se cambia el escenario en busca de mayor espacio para el público. El lugar elegido es la rotonda del Parque General San Martín. Pero 1939 es el año de las grandes innovaciones: se realiza por primera vez la Bendición de los Frutos, utilizando el escenario del Parque. Se representó una gran catedral y por primera vez se decora el escenario. Se abandona la tradición instaurada en 1936, cuando se elegía la reina y ella daba la orden de iniciar los festejos. La elección y coronación de la reina pasa a ser el instante que cierra la noche. Por primera vez, el Carrusel se interna en la ciudad (Fig.14). Con el nombre de Corso de los Carros Alegóricos, nace lo que en el futuro se conocerá como Vía Blanca de las Reinas.
Se completan los símbolos litúrgicos que entrañan los festejos. La imagen de la Virgen de la Carrodilla es transportada hasta el proscenio para presidir los actos de la Bendición de los Frutos. En 1940, se instala un escenario flotante en el interior del Lago del Parque General San Martín, tras la presentación de 250 artistas y el clásico desfile de góndolas. Luego de los actos, los organizadores ven la necesidad de mayor espacio para albergar al público, que aumentaba sin cesar, y la incorporación de luces como especial motivo de atracción. En 1943, se decide el retorno del escenario a la rotonda, para ofrecer la primera trama argumental de la historia vendimial. En el 44”, se adopta una marcha oficial. La elegida es Canto a Mendoza, cuya primera grabación fue realizada por Francisco Canaro, con la voz de Hugo del Carril. Pero ya en el 63”, la Fiesta adquiere su escenario definitivo: ocupa el Teatro Griego y de esa forma se inicia la expansión hacia los cerros para los espectáculos de luz y sonido. La Fiesta como hemos dicho, nació grande pero fue creciendo en forma y contenido. La elección de la soberana vendimial es un homenaje a la sacrificada tarea de la mujer en el surco. La reina se convertirá en verdadera embajadora de Mendoza, con la misión de difundir las virtudes de su pueblo y la belleza de su tierra. La puesta en escena de La Fiesta Nacional de la Vendimia requiere un gran despliegue. Poco más o menos, según los responsables de cada realización, la escenografía abarca 3.000m? y se utilizan 25.000 luminarias, 3.500 placas de chapadur, 2.500m? de madera, 4.000 trajes entre bailarines, actores y figurantes, 500 kg. de fuegos de artificio, y participan cerca de 1.000 personas en total, entre las que van a escena, las que se desempeñan entre bambalinas o están en el comando de luces, sonido y coreografía y las reinas y sus cortes. De esa forma, la Fiesta de la Vendimia ha llegado a ser, como los buenos vinos, una celebración con espíritu propio, a la mejor manera de las creaciones duraderas.
SEGUNDA PARTE
BODEGA Y VIÑEDOS PROPIEDAD DE RODOLFO SPIELMANN
Ubicada en calle Juan Francisco Cobos de Perdriel, departamento Luján de Cuyo, en la provincia de Mendoza, se encuentan 28 hectáreas de viñedos centenarios y una bodega de mediados de siglo XX, ricos en historia.
Dicha finca, cuenta con viñedos de uvas Malbec que datan de principios del siglo XX y cepajes menos añejos, tales como Cabernet Sauvignon y “Syrah, entre otros. Según datos facilitados por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), el primer cepaje de Malbec fue plantado en la finca en 1910, con una superficie de 18 ha. aproximadamente; luego se plantó 1,5 ha. en 1972 de Pedro Giménez la cual fue reemplazada por completo en el año 2001 por Syrah; casi 3 ha. De Cabernet Sauvignon en 1992 y por último 6 ha. de Syrah en el año 1998 y 1,5 ha. en el 2001.
La Bodega, construida en la década del 30, no sólo fue un referente en la producción de vinos de la época porque llegó a tener una gran producción rondando los tres millones de litros, sino que también se realizaban eventos sociales de gran importancia. La misma, cuenta con dos cuerpos realizados por etapas, uno de ellos, el más antiguo, está construido en adobe y el otro en ladrillo. La cubierta a dos aguas es de caña con cabreadas de madera y techo de zinc.
La finca contaba con viviendas para los contratistas y un chalet donde vivía la familia propietaria.
Los vestigios del chalet dan muestra que se trató de una construcción típica de la época con grandes galerías, pisos de madera y numerosos ambientes. Contaba con hermosos jardines que lo rodeaban embelleciendo el acceso.
CALLE COBOS: origen de su nombre
Cobo, también en plural, Cobos, porque ambos apellidos mantienen la misma historia.
Juan Francisco Cobo y Azcona, Nació en España el 27 de octubre de 1755 y falleció en Mendoza el 9 de junio de 1835, pasó a Indias radicándose primero en Santiago de Chile, más tarde en la ciudad de Mendoza en Argentina donde fuera regidor, alférez real y alcalde.
Durante la guerra de la independencia fue partidario del movimiento emancipador al que contribuyó con su influencia, colaboró en la formación del Ejército de los Andes con el libertador San Martín, mereciendo ser declarado ciudadano benemérito y exento de pago de impuestos.
Fue además agricultor y comerciante, dueño de una finca en Guaymallén, cerca de Mendoza, a su iniciativa y perseverancia se debe la plantación de los primeros álamos y pinos en la región Andina, encargados por él a Italia y traídos desde Cádiz. La prodigiosa multiplicación de estos árboles tuvo efectos significativos en el desarrollo y riquezas para Mendoza y San Juan, que no disponían de madera, debiendo traerla desde Paraguay o Chile a elevadísimos costos.
La ciudad de Mendoza quiso perpetuar su memoria, encargando en 1864 a Italia al mejor escultor una estatua de mármol representativa del introductor del álamo, pero tal monumento no llegó nunca ni se supo de su destino, más tarde se le dio su nombre a una de las principales plazas de Mendoza, hoy llamada de San Martín. Luego de 10 años de olvido, otro paseo recobró el nombre de Cobo, Plaza Cobo entre las calles Monte Casero, José Francisco Moreno, Santiago del Estero y Jujuy, donde existe un monolito a su memoria. Se erigió además un templete junto a la quinta dónde crecieron los primeros álamos trasplantados desde Europa. Una Avenida también lleva su nombre en la ciudad de Buenos Aires. Cuenta Antonia Gastaldini de Bonaffini que en la pista la Ideal de la calle Juan Francisco Cobos se elegía la reina del Club Brandsen. La cancha estaba camino a YPF. Ese año, que no recuerda la señora, se realizo el primer carrusel en Luján. Debe haber sido muy bonito ver los sulky tirados por caballos, los autos descapotados y los camiones ambientados con pisos de chipica (pasto) como si fueran de tierra y alambres como simulando las cepas con racimos. Sobre la cabina del camión iba la reina?
* Libro Historia de Luján por lujaninos.
Alrededor de la plaza se cubría el pavimento con ramas de hinojo para proteger el hormigón Las reinas se vestían todas iguales con blusas, faldas y una corona de flores de nardos.
Cuenta Marta Sofía Elaskar que su padre Luis Elaskar cuya nacionalidad era libanesa arribo a Mendoza en 1908 quien mando a todos sus hijos a la escuela N% 115 que se encontraba en la calle Cobos antiguamente llamada LOS CERRILLOS en este establecimiento se alojaban 105 alumnos en un mismo salón cuyos pisos eran de maderas el salón estaba rodeado de galerías y tenía un patio no muy grande donde había un barril con agua para beber que hacía las veces de bebedero. Nuestras meriendas eran frutas secas, tortas con chicharrones (grasa) o pan casero que se untaban con dulces elaborados en las casas. Los chicos llegaban a la escuela caminando o a caballo.
A principios del siglo XX el 12 de setiembre de 1908, vino de Francia de la región de Ardereche, el matrimonio de inmigrantes Paulina Augusta Guiraud y Philippe Camille Arsac. Él tenía varias distinciones como apicultor, se instalaron en la calle los Cerrillos (ahora Cobos) donde inicia sus actividades de apicultor: fabricando colmenas y atendiendo los enjambres hasta la cosecha de la miel.
VECINOS Y TRABAJADORES DE LA FINCA
Memorias Orales
DON VÍCTOR CARRIZO (Trabajador de las viñas)
Primer entrevista gravada el día 17 de setiembre a las 17:45 horas
Fue hecha en la hilera mientras ataban las cepas, me presenté y su actitud fue un poco tímida al principio pero después me fue contestando las preguntas que le hacía.
– Porel año 1944 -nos relata Víctor- con tan solo 10 años comencé a trabajar en la viña de Don José Hadid. Don José era un muy buen hombre que se dedicaba bastante al cultivo de la vid y que hacia como mil y pico de quintales.
– En esa época – nos cuenta Víctor- era mejor hacer mucha cantidad, en cambio ahora se ve la calidad.
– Estas viñas pasaron de los hijos de los hijos a los hijos de los hijos.
– Después se la venden a Dan Etchart por 1991 ó 1994 y después la compra la Elaskar.
Le pregunto mientras salíamos de los surcos que si Don José era un hombre querido en el
pueblo y me responde.
– No, no todos los vecinos lo querían, sin embargo a mi me hizo muchos favores y yo lo apreciaba, cuando necesitaba algo me lo daba.
– Aunque no era época de paga, si yo lo necesitaba me lo conseguía.
También cuenta con alegría
-— El ingeniero…
– ¿Enzo?
-— Sí, él me llamó de nuevo y me vine a trabajar, me dio pena ver la viña así pero me alegré al ver que el nuevo dueño, el señor Rodolfo, la iba a levantar y a poner en producción de nuevo.
Pasando por la báscula me cuenta,
– ¡Sise habrán pesado carros y camiones llenos de uva!
Le pregunto que si se acordaba cómo era la casa que había a la entrada de la finca, solo queda un piso de baldosas blancas y lo que fue un pie de columna de la galería, demarcaban la entrada diferentes especies de plantas; en lo que fue el jardín, hay un antiquísimo laurel que perfuma el lugar.
– Sí!, Era la casa del patrón, éste era el portal, por donde se entraba — una puerta que no está y unos ligustros secos que acompañan el camino de acceso- la galería tenía unas columnas- recuerda Víctor- y adentro los pisos de madera brillantes.
Le pido fotos y se sonríe
– Ojala en esa época me hubiera dado cuenta de tener una cámara -reímos-.
Nos despedimos quedando pendiente otra entrevista y si me podía conseguir algunas fotos.
Le pregunto cuando se estaba alejando, si quedaba otra persona en el lugar que me pudiera contar algo más.
– No queda nadie todos se han ido pa” otros pagos y yo no sé donde estarán.
SILVIA CANATELA (dueña del almacén frente a la propiedad)
Cuando entramos al almacén para entrevistar a los dueños, se descargo una fuerte tormenta de granizo.
– Que mal día elegimos, ¿Ud. se acuerda si había una casa ahí?
– Había un chalet
– Un chalet!… y ¿Cómo era más o menos?
– Mira… cuando yo me cambié acá, fue en el 89 más o menos, ya habían tirado el chalet que había ahí, era todo de adobe. Y la bodega trabajaba entonces, era de…Hadid, pero estaba el padre… cuando yo me vine acá estaba el padre todavía, después falleció y siguió el hijo.
– ¿Ud. más o menos conoce la historia de la familia?
– Yo me acuerdo cuando era chica que sabía venir con mi papá que el hombre que vivía ahí era Teófilo, un hombre grande que se había casado con una señora chilena y estaban de encargados en el chalet. Lo que más recuerdo es que había un puma… lo tenían encerrado, era un puma chiquito que lo sabía tener el Turco, le decían el Turco Hadid.
-. Mucho más de eso no me acuerdo, porque yo siempre he vivido de la esquina para arriba 300 mt.
– Y de lacasa ¿no se acurda más o menos, si yo le traigo un dibujo o foto?
– Y, alo mejor si me la traes, si! (Se largó el granizo) risas
– ¿Ud. tiene fotos antiguas del lugar que me pueda prestar?
-. -Mmmmm, no!
– Yo te voy a dar unos días para ver si encontrás algo ¿si?
– Bueno dale,
Recuerdo que después paso unos años en manos de la bodega Etchart. Ese año cayó mucha piedra que destruyó todo. Se desilusionó Etchart y la vendió a Elaskar.
Con Elaskar teníamos más relación, hasta que falleció y la bodega quedó a cargo de los sobrinos, quienes la dejaron a la miseria a la finca. Con el encargado que trabajaba ahí tenemos una relación de muchos años.
¿Cómo es el nombre del señor?
Se llama Oscar Malisani, le decimos Gringo. El estuvo del 94” de encargado hasta hace dos años atrás.
Y ¿su nombre cómo es? Al final, nunca nos presentamos… Risas
Silvia Canatela, es mi nombre de soltera, y Tóbolo de casada.
Trato de recordar… como conectarme con el hombre que era amigo de mi papá que fue el que vivió cuando estaba la finca en plena producción, que era la del Turco Hadid. Era una finca bellísima. La finca de mi papá se conecta con esta en el fondo.
¿Ud. no sabe quien plantó los sauces?
No, Tendría que preguntarle a mi mamá, a lo mejor ella recuerda. Donde está el primer sauce es la finca de mi papá, en el sauce más viejo que hay, el más grande, cuando éramos chicos nos columpiábamos.
A nosotros lo que nos causa alegría es que empiece a tener vida de nuevo, ahora ya se empieza a ver la gente trabajando, es una fuente de trabajo,,,
El dueño anterior no pagaba a tiempo y veías a la gente esperar todo el día para que les paguen…
Entra en escena el marido y nos presentamos.
Cuando compramos acá, alquilaba la bodega Cornino y le vendimos a ellos, creo que trabajaron 2 o 3 años, después la compró Etchart.
Esta viña después de que la compraron los últimos dueños Elaskar, el sobrino no hizo nada, la terminó de arruinar, porque le cortaron el agua de riego hace dos años. En cambio el tío de él, en 3 o 4 años estaba sacando 7 u 8 mil quintales de uva. Todo el año le echaban guano, tenía la concesión del hipódromo, entonces día por medio o cada tres días traían un viaje de guano y lo echaban, todo el año.
– Según mi viejo, dice que el hijo de El Turco era pura fiesta en el caserón ese! risas
– Ese chico se encontró con todo hecho, por eso cuando se murió su papá el vendió todo.
– Quién trajo las primeras cepas?
– Don Pepi debe saber! Pero es un señor que está muy viejito y quizás no quiera que lo entrevisten.
Cuando se realizó el recorrido por la calle Costa Flores, se entrevistó a tres vecinos de la zona quienes afirmaron que la finca era de Ibrahím en un tiempo, éste le vendió a Etchart, el cual estuvo casi un año y luego le vende a Elaskar.
Ricardo, uno de los entrevistados, trabaja actualmente en la finca, encargándose del riego y Angélica fue cosechadora de la viña.
JUAN ARAYA (empleado de la bodega)
– Lo vamos a grabar si no le molesta
– no, pero no se que quieren saber
– yo viví 20 años en esa casa de allá enfrente… comienza a contar sobre el chalet
– tenía un jardín hermoso, con siete variedades de jazmines y habían como 15 o 20 rosedales, ese magnolio era chiquito pero hermoso la cantidad de flores que daba; había un solo libustrín que daba toda la vuelta…
Relata que toda la información sobre la administración de la bodega no sabe quien se la llevo.
– Laprimer firma que viene, con la que trabajé a los 14 0 16 años fue Aliani Hnos.
-— ¿Ellos vinieron antes de Hadid?
– No, esto era de Ibrahim Hadid…antes de Hadid estuvo Pedro Alorza y antes de Alorza estuvo Giorabanti. Pedro Alorza era Uruguayo
– Laelectricidad era producida por un motor a explosión, hasta que trajeron la luz en el año 61. El primero que la puso fue Ibrahim y el primero en traer el teléfono en todo Perdriel
– ¿Quién trajo las primeras cepas?
– Giorabanti, pero era todo mezcla, luego Pedro Alorza la fue cambiando por Malbec que en ese entonces le llamaban francesa, era la única viña que había con este tipo de uva, fue replantando todo.
– Lafinca tenía todos cerezos, duraznos, todo para la familia y para la gente que venía, acá venia gente de Furlotti, de Baldini… continúa describiendo el lugar.
– ¿Esta era una casa muy grande?
– Si. Tenía piso flotante de madera, un sótano donde guardaban mercadería, jamón porque los árabes comían mucho chancho, y hacían muchas reuniones aquí. Tenían en una de estas habitaciones un sauna, en ese tiempo calentaban un aparato con kerosene que tenía un serpentín.
– ¿Y Ud. Trabajaba acá?
– Si. Yo le ayudaba a Don Novelo cuando estaba Ibrahím Hadid y después lo alquilo Aliani Hnos.
A los lagares se le colocaban unas chapas que se pintaban de blanco todos los años para que resbalara la uva y con la horqueta se cargaban los capachos.
¿Esta bodega tiene dos etapas?
Tres. La primera que estaban los toneles y las cubas… Describe los elementos que se encontraban en la galería y la sala de máquinas. Luego al mirar hacia las viñas, recuerda que había una cancha de tenis.
…era la única cancha que había en Luján, venían las mujeres a tomar el té, le estoy hablando del año 1930 al 40, cuando se construyó la bodega.
- ¿Ud. Sabe quien la construyó?
El Pedro Alorza hizo la parte de atrás, me parece que era un hombre de Rivadavia, y después vino el hijo a hacer unas reparaciones.
¿Era Arquitecto o maestro mayor de obras?
No, era maestro mayor de obras, que se dedicaba solo a las bodegas.
Describe el funcionamiento de la sala de máquinas donde trabajaba el motor con su radiador de agua para enfriarlo, no sólo era el generador, sino que también hacía funcionar las poleas de la bomba a pistón.
Esta bodega se empezó a hacer en 1936 y se terminó en 1939 o 40”, la parte de atrás le estoy hablando yo. A esta bodega la cubiqué 2 veces yo, la primera para Aliani Hnos. y la segunda para la cooperativa de Luján. Ibrahím le vende a Etchart, el que fue gobernador de Salta, yo de ahí desaparecí…
¿Ibrahim cuántos hijos tuvo?
Dos.- No recuerda los nombres.
El día que muere Perón, Aliani se declara en quiebra, y de ahí no se cuanto tiempo pasa e interviene el banco Nación, toda la gente de aquí tenía 2 o 3 ha. y tenían el vino aquí adentro. Todo el vino iba a Uruguay y al sur de Brasil.
¿Tendrá alguna foto?
Mire, la única foto que tengo es de mi finado hermano que está sentado en el portón, y de ahí se ve el parral y la casa que tenía arcos de hierro.
Yo vivo al fondo de la propiedad, del otro lado del barrio.
¿Quién derrumbó el chalet?
La demuelen después de que compra Elaskar, creo.
¿Tenía buena producción la bodega?
Sí, muy buena, por eso le digo, porque tenía uva Malbec, y acá sacaban muchos barbechos para hacerlo de los alrededores, porque todo era siempre la uva de clase que se producía por kilos, que era la uva mezcla, criolla, blanca, Pedro Giménez todas las de producción, pero después se empieza a implementar el Malbec. En ese tiempo se le echaba guano de cabra a las viñas, cada dos cepas se llenaba un tacho de uva de 25 kg, ¡mire lo que producía la viña!
¿Por qué se vino abajo la finca?
Por mala administración, poco interés.
La cancha de tenis se pierde cuando traen caballos de carrera, hasta algunos terneros tuvieron acá.
Cuenta anécdotas con Don Ibrahim
¿Esta calle se llamaba Los Cerrillos antes?
Claro, porque sale a los cerrillos
¿Y después se la llamó Cobos?
No, siempre se llamó así, pero se le dice Los Cerrillos por que sale a la calle que va a los cerrillos.
– La primer báscula que existió para pesar a los camiones, ¡Ud. sabe la cola de camiones que se hacía para pesar nada más!
– Don Ibrahím era muy amable, así como andaba de traje en la viña, también venía con equipo de gimnasia.
– ¿Es cierto que tuvieron un puma?
– Sí, lo trajo Santiago, después lo llevaron al zoológico
– ¿Ud. sabe de la Pista La Ideal?
-— Sí, la última vez que la usamos fue para hacer la despedida del año 47 cuando nos tocó hacer el servicio militar, fue la última vez que se usó y hacía 15 años que no se usaba. La pista La ideal era una pista que tenía un escenario al fondo y ahí se hacían los bailes.
– ¿Y la escuela 115?
– La dela esquina, ahí iban los Elaskar, los Salcedos, mi mamá.
Se suma a la charla Hugo Ferreyra confirmando lo que nos han contado todos los entrevistados hasta ahora. Hugo, de 69 años, trabajó desde los 23 en la finca y la bodega; empezó como empleado de Aliani Hnos.
HUGO FERREYRA (trabajador de las viñas)
– ¿Qué se acuerda de la casa?
– Había un tipo chalet, alto, de adobe, tenía una oficina para la bodega, dos piezas, un comedor, la cocina y una galería de vidrio donde esta embaldosado y los pisos eran de madera. Había una pequeña entrada con parrales de pinotea.
– La bodega produce unos tres millones cuatrocientos
Continúa describiendo la bodega.
– La Cooperativa de Luján inauguró el lagar nuevo cuando Juan trabajaba para la misma, yo trabajaba
-— Hilera por hilera he andado en esta finca porque la he atendido mucho tiempo
– Los dos trabajábamos para Aliani y de ahí paso a la cooperativa de Luján que estuvo muchos años.
Describe la bodega a grandes rasgos cuenta que los techos eran de caña y después fueron reemplazado por techos de chapa.
– En la bodega tenés piletas de todos los tamaños.
– Desde mil litros para arriba; para fermentación, traslado, filtrado, todo, todo.-agrega Juan Araya-.
– Yo le atendí la finca a Etchart
– Esta viña en sí, tiene más de cien años y me quedo corto. Ha dado hasta 220 quintales por ha.
BIBLIOGRAFÍA
Anales de la legislación Argentina, 1889-1919. 1954.
ARATA, Pedro et. Al. 1903. Investigación Vinícola.
Archivo de la Superintendencia General de Irrigación. Mendoza (ADGI)
Archivo Histórico de Mendoza (AHM)
BALÁN, Jorge. Una cuestión regional en la Argentina: burguesías provinciales y el mercado nacional en el desarrollo agroexportador. Desarrollo económico Número 69. p. 50-87. 1978.
BARRIO DE VILLANUEVA, Patricia. En busca del vino genuino. Orígen y consecuencias de la Ley Nacional de vinos de 1904. Mundo agrario, segundo semestre, año/vol. 8, n 015.
Universidad Nacional de La Plata. La Plata, Argentina. 2007.
CANALS FRAU, Salvador. La cultura de los huarpes. Mendoza: FFyL -UNC, 1943.
CORIA LÓPEZ, Luis. Evolución económica de Mendoza en la época colonial. Mendoza: Facultad de Ciencias Económicas, 1986.
CUETO, Adolfo et al., La ciudad de Mendoza. Su historia a través de cinco temas.
Diario El Comercio, Mendoza.
Diario La Industria, Mendoza.
GALANTI, Arminio.N. La Industria Vitivinícola Argentina. Tomo Primero, Buenos Aires, Centro Viti- Vinícolo de Mendoza. 1900
GIRINI, Liliana. La Enoteca, patrimonio de la tierra y el vino. Archivo histórico.
La vitivinicultura Argentina de 1910. Centro Vitivinícola Nacional.INV.1910
LEMOS R. H. y MARIANETTI J. E. Esbozo de Historia de Luján de Cuyo. Tomo 1.
MAZA, Juan Isidro. Toponimia, Tradiciones y Leyendas Mendocinas.
Municipalidad de lujan de Cuyo, Dirección de Cultura. Historia de Lujan por Lujaninos, memorias y testimonios. Biblioteca Juan Bautista Alberdi. Tomo 1 y 2. 2010.
PONTE, Jorge R. De los caciques del agua a la Mendoza de las acequias. Cinco siglos de historia de acequias, zanjones y molinos. INCIHUSA, Ciudad y Territorio. Mendoza: Conicet, 2006.
PONTE, Jorge R. y FIGUEROA, Paola. Donde hubo canales, molinos quedan. Estudios preliminares de un molino hidráulico en el departamento de Luján-Mendoza-Argentina.
En Actas del | Congreso Nacional de Arqueología Histórica. Simposio Avances en Arqueología Industrial. Noviembre de 2000.
REINA RUTINI, Rodolfo. Los vitivinicultores mendocinos y su magia creadora de raíces. Bodega La Rural, museo del vino.
SEVILLA, Ariel y Fabián. La vendimia para ver 1936-2006. 70 años de fiesta en 850 imágenes.
VILLALOBOS, Ana María y CEPPARO, Paula. Inventario de bodegas del Oasis Norte.
Archivo Histórico.
ZAMORANO Mariano. La vitivinicultura del Médoc y de Mendoza, Fac. Filosofía y Letras UNCuyo.
El diario La Industria, en una de sus páginas, pone de manifiesto en forma elocuente la relevancia de las bodegas mendocinas: “…En lo que se relaciona con los elementos de elaboración y conservación de los vinos, Mendoza ha conseguido hacer un conjunto de lo más adecuado que la experimentada industria vitivinícola europea tiene en uso; y es difícil, en cualquier otro país vinícola, hallar la variedad de los más perfeccionados elementos que poseen estos establecimientos…La industria extranjera encuentra aquí terreno propicio para la propaganda de sus artefactos y maquinarias, obtienen acogidas favorables, ya por afectos de nacionalidad del adquirente, para con el producto, ya por la bondad y utilidad propia del artículo”. La Industria, 26 de agosto, 1909, p. 7.